El Día de Expiación para el perdón de los pecados
El Día de la Expiación se originó durante los tiempos de Moisés. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, vio a los israelitas adorando al becerro de oro. Entonces tiró al suelo las tablas de los Diez Mandamientos que Dios le había dado. Al ver su indignación, los israelitas se dieron cuenta de su maldad y se arrepintieron.
“A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación...”
Levítico 23:27
Después de que los israelitas se arrepintieron, Dios se compadeció de ellos y llamó a Moisés de regreso al Monte Sinaí para recibir las tablas de los Diez Mandamientos por segunda vez. Más tarde, Dios designó el día en que Moisés bajó de la montaña por segunda vez como el Día de Expiación. Además, lo estableció como una fiesta anual.
“A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. ... estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.”
Levítico 23:27–31
Solo en el Día de Expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo en el santuario ( Heb 9:7 ). Allí, se llevaba a cabo una ceremonia para transferir los pecados que se habían acumulado en el santuario a un chivo expiatorio. Esta ceremonia conducía al perdón de los pecados ( Lev 16 ).
Mientras Jesús estuvo en esta tierra, dio el ejemplo de también guardar las Fiestas de Dios ( Jn 7:1–37 ). De hecho, Él es la realidad del santuario ( Jn 2:19–21 ). Así que ahora, en lugar de ofrecer sacrificios animales para el perdón de los pecados, Cristo ha tomado sobre Sí mismo nuestros pecados. Por lo tanto, esta Fiesta contiene el sacrificio de Cristo para el perdón de nuestros pecados.
Hoy, la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial conmemora esta Fiesta guardando cultos de adoración y los miembros ofrecen oraciones de arrepentimiento durante la Fiesta de las Trompetas , que culmina en el Día de Expiación, cuando Dios perdona nuestros pecados cometidos durante el año.